viernes, 2 de febrero de 2018

CUANTA CHORRADA!!!!!!

CUANTA CHORRADA!!!!!!

En mi clase de octavo había un gordo. Y se llamaba Guillermo. Y le llamábamos Guillermo el gordo, el puto gordo o el gordo a secas. Y había uno que llevaba gafas y era el gafotas, el cuatro ojos o el puto gafas. También había uno que se ponía nervioso al leer y se trababa un poco y le llamábamos el tartaja. Otro con problemas de halitosis (mal aliento para los que no quieran ir a googlee a buscar lo q significa) que le llamaban Josué y para nosotros era Josué el asqueroso. Gays no había, ni maricones... faltaría más, era un colegio serio, de curas. De jesuitas, para ser más exactos. De los que te daban dos ostias bien dadas si te pasabas de listo. Y otras dos si te quejabas. Y que no se te ocurriera quejarte en tu casa porque tus padres te daban otras 4 ostias mejor dadas para que aprendieras.

Poner en duda la autoridad del profesor? Te has vuelto loco? Si en el colegio el profesor te sacudía pues a aguantar y a callar. Faltaría más. Curas de los de antes, de los de verdad, curas de España, cojones!!!!! fumaban, y tomaban vino, mucho vino de hecho... y nada de desviaciones enfermizas con menores como los curas americanos. Si acaso alguna putilla de las de toda la vida o alguna viuda de La comunicad necesitada de consuelo.

Los gitanos? Todos ladrones. Los maricones? Pues eso mismo... maricones, invertidos, bujarrones, maricas, locas. De Algeciras pa’bajo todos moros. Los andaluces unos vagos, los catalanes unos tacaños y los madrileños unos chulos. Los vascos terroristas todos y si esquiabas eras pijo. Dime qué coche tiene tu padre y te diré tu status social. En el fútbol se fumaban puros, se tomaba vino y se insultaba al árbitro. Y si un jugador era negro le podías llamar negro. También se podía fumar en los bares, en la oficina, en el taxi y hasta en los aviones. Y los albañiles podían alegrarse el día viendo pasar a lozanas hembras al tiempo que les proferían simpáticos e ingeniosos piropos. No cualquier piropo, no... Piropos castellanos, clásicos, piropos de España y olé.... desde el clásico y moderado “olé, mi arma. Que gracia y que salero” de los andaluces al más osado “guaaapa, que estás Pa’mojar pan” o aquel otro clásico y fino “cachonda, que te voy a comer el....”. Te podías dar de ostias a la salida del colegio sin que una cadena de televisión organizara debates sobre “la violencia en nuestras aulas”. Y si no estudiabas o si eras gilipollas pues no aprobabas y no pasabas de curso. Y si insistías en tu torpeza pues no ibas a la universidad. Salías del colegio y te ponías a buscar trabajo o te ibas a estudiar formación profesional con los idiotas. Idiotas? Dije idiotas? Sí, porque entonces había idiotas, y había sub normales, y había retardados, y había jilipollas. Y no pasaba nada. Ellos lo sabían, tú lo sabías y todo el mundo lo sabía Y si eras un “pringado” te robaban el bocadillo en el colegio, te robaban las tareas, se metían con tu hermana o con tu madre y si querías jugar a fútbol con los demás tenías que ser el dueño del balón porque si no pues no te dejaban jugar con los chicos y te ibas a jugar con las chicas. Y no recuerdo jamás haber escuchado conceptos como el Bullyng ese tan de moda ahora. Y los chicos (entonces no hacía falta decir “y los chicos y las chicas”) no entraban en depresión ni requerían asistencia psicológica por este tipo de cosas. Simplemente se convivía y mira que bien hemos salido, no hay más que mirarme a mí!!!! El día del orgullo gay? Que salieran a la calle los maricones vestidos de locas o con chaquetas de cuero y mordazas de perro con pelota roja en la boca cómo salen ahora... ya verías tú cómo les iba a ir...

En aquella época en la vuelta ciclista a España (un clásico de toda la vida) a los ciclistas les esperaba una jaca bien buenorra con un ramo de flores y una botella de champán para celebrar el triunfo y el esfuerzo del sacrificado deportista. Ahora creo que le espera un maromo porque lo de la tipa parece que es degradante para la mujer. Así que en la última vuelta a España nadie quería ganar la etapa no sea que el azafato de turno en lugar de destapar el champán quisiera ponerles mirando a Cuenca.
Ahora parecerá extraño o de ciencia ficción pero, entonces, si tenías un negocio de modelaje, una tienda de lencería o un local de copas podías contratar mujeres a través de un anuncio en prensa y solicitar que tuvieran “buena presencia” sin que te metieran en la cárcel por sexista, racista o machista. Incluso te permitían exigir que las modelos que ibas a contratar para tu colección de bikinis primavera - verano 1980 fueran mujeres de determinadas medidas. Básicamente porque era tu negocio y querías que los trajes de baño se vendieran y ganar dinero tú y darlo de ganar a esas humildes y sacrificadas mujeres que se esforzaban con sus dietas y ejercicios para poder desfilar. El mismo esfuerzo que hace un estudiante para poder pasar sus exámenes y graduarse de medicina y que quien te opere de apendicitis no sea un inepto incapaz al que le aprobaron el bachillerato para que no se sintiera acomplejando y los papás tuvieran que llevarlo al psicólogo y las cadenas de televisión de España organizaran debates acerca de lo mucho que se les exige a nuestros jóvenes estudiantes.
Y es que hay mucha, mucha pero mucha chorrada hoy en día con la igualdad para todo y para todos y todas.

Es probable, querido lector, que cuando usted esté disfrutando de estas líneas yo ya esté tras las rejas o sometido a tortura por algún grupo de extremistas y extremistos que al grito de “no a la intolerancia. todos y todas somos iguales y todos y todas tenemos los mismos derechos” me estén quemando las plantas de los pies par que me desdiga como el pobre Galileo Galilei.
Dime, querido lector, con sinceridad....Tú dejarías a tu hijo de 10 años que vaya a pasar el fin de semana a casa de un amiguito que el papá se llama MANUEL y la mamá se llama Jorge. Llámame antiguo si quieres pero yo prefiero dejarlo ir un concierto de Marilyn Manson que, como mucho, va a drogarse y alabar a Satán.

También recuerdo una época donde las alubias llevaban chorizo, morcilla, tocino... y no había que quitarles la grasa ni deshidratarlas para comerlas. Te lo comías todo… y con pan. Y nadie se moría de nada por ello. Y los moro se comían su cus cus y sus dátiles y no jodían pidiendo que nos quitaran el chorizo y la morcilla a los católicos (qué para según qué cosas los españoles somos muy creyentes y tradicionales).

En fin, paremos que me caliento y esta historia solo pretende ser una reflexión jocosa.
Por cierto que además de Joaquin el gordo y Josué el asqueroso también siempre había, en todos los colegios, un macho que dominaba en los vestuarios por sus atributos varoniles. En mi colegio se llamaba Gorka. Y hay cosas que no cambian y no deben hacerlo.

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