Qué raro!!! Desde el
lunes pasado que estoy a la espera de un pastel, una placa conmemorativa,
un sobrecito rebosante de billetes o una exuberante streaper en mi oficina y
nada de nada…. Y no creo que a mi jefe o a mi empresa se les haya pasado por
alto tan importante evento. Debe de ser, sin duda, que es tan grande lo que
están organizando que necesitan tiempo.
Mientras tanto aprovecharé para reflexionar un poco sobre
los 14 años de mi llegada al país que acabo de cumplir. Uauuuu, 14 años ya…. el
tiempo si pasa rápido cuando uno lo pasa bien. Y la verdad es que yo llevo 14 años
pasándolo francamente bien. Claro, ha
habido sus problemillas por el camino pero nada que no se pueda superar. Tango
tantas historias que mejor no contarlas pues, sin duda, sobrepasan el objeto de
este artículo. Pero quizás un día me anime a narrarlas en una novela con algún título
sugerente tipo “Gorka: catorce años de re-conquista” o tal vez “Retornando la
senda de Colon”. Tengo que pensarlo bien pues ya se sabe que el título de una
novela marca su éxito.
Como ha cambiado el país en estos últimos anos. Y como ha
cambiado el tipo de extranjero que viene a buscarse la vida. Lamentablemente, y
sin duda, el país ha perdido gran parte de su encanto.
Años atrás la hotelería en Dominicana estaba compuesta por camareros,
recepcionistas y directivos que nunca acabaron sus estudios allá en sus aldeas
de España. Todos ellos emigraron hacia zonas más prometedoras donde la falta de
formación pudiera ser compensada con horas de trabajo. Y así, cuando el sueño de la hotelería en
Caribe se hizo realidad, dejaron la hotelería en las islas españolas y
emigraron en masa a triunfar en estas cálidas tierras Caribeñas. Fue la época
dorada para directores y maîtres de la vieja escuela donde aún imperaba la
creencia tan arraigada en la culta España del “La letra con sangre entra” y “A
estos los enseno yo a base de ostias”. Cuanto bien ha hecho esta forma de
pensar en España y en los españoles.
En esta época Bávaro era poco más que unas pocas calles polvorientas con apenas
lugares de ocio. Y este último estaba limitado al puterío y al….. ummm al
puterío. Vamos, que no había más. En aquella época eran famosos los personajes
que trataban de “granjearse” los favores de alguna morena a cambio de un
contrato de trabajo. También fue una época donde era común el intercambio de
favores del tipo “Te doy trabajo en mi hotel y a cambio te acuestas conmigo.”
Como de costumbre España trayendo lo mejor de sus costumbres y su cultura allá
donde existe la posibilidad de dar muestras de su clase.
Esta época pasó y Bavaro comenzó a crecer poco a poco y los
Dominicanos comenzaron a trabajar en la hostelería, el dinero comenzó a
moverse, compañías de comunicaciones, “dealers” de vehículos, restaurantes, discotecas,
pequeños y medianos negocios y
proveedores de servicios y de bienes materiales, todos de capital Dominicano,
comenzaron a prosperar.
Poco a poco aquellos primeros “colonos” fueron desapareciendo o adaptándose a
unos tiempos donde dominicanos y españoles comenzaron a amigar y a tratarse al
mismo nivel. Comenzó a generarse una nueva clase media en Dominicana.
Y Bavaro continuó creciendo durante esta etapa. Comenzaron a aparecer por la
zona negocios y comunidades de italianos, los primeros colombianos que venían
de prácticas a los hoteles y alguno argentinos que, como siempre, venían
huyendo de los desastres de su país para intentar medrar y a criticar este
país. Fue el comienzo del crecimiento de Bávaro de manglar a lugar de
residencia. Comenzaron a surgir locales emblemáticos que aun hoy día perduran
con más o menos éxito: Riu Pacha, Mangú, Areito, La Punta, el Pachi Pachi…. Todavía
no teníamos cine pero si un colegio: el Jardín Verde. Antes de eso en el Iberostar había una
escuelita tipo “Huckleberry Finn” donde niños de diferentes
edades compartían aula, había 4 restaurantes y poco más. Toda la población de
Bávaro podía clasificarse fácilmente: trabajabas en un hotel, eras cuero, moto
concho o italiano. Y poco más, no había más que buscar. Luego vino Hospiten, algún
colegio nuevo y la plaza Palma Real.
En los hoteles comenzamos a llegar los primeros profesionales no relacionados
con la hostelería (ingenieros, financieros….) y se empezaron a dar las primeras
parejas español – dominicana con menos de 30 años de diferencia entre ella y él.
Fue esta, sin duda, la época dorada y más divertida de Bávaro.
La población femenina de los hoteles aún no estaba envejecida y cada semana
nuevas remesas de jóvenes doncellas (o no tan doncellas) venían desde sus
campos a probar fortuna en la hotelería en Bávaro. Fue una época donde con una
moto y un apartamento con aire acondicionado (todo ello generosamente provisto
por las empresas hoteleras a sus ejecutivos) era fácil hacer sonar a jóvenes
recepcionistas, relacionadoras públicas o telefonistas. Una época donde
enamorar jovencitas aún era posible. Existía, sin duda, la siempre desleal
competencia de los italianos pero las reservas del país que cada día llegaban a
la zona permitían la súper-abundancia y la conservación de la especie.
Que grande esta época. Directores de la nueva escuela,
recepcionistas con posibilidades de promoción,
aventureros, románticos, seguidores de sueños y locos en general coincidimos
todos en el mismo lugar en el mismo momento. De esta época se recuerdan hazañas
solo comparables a las que, tiempo atrás, acometieron otros grandes como
Pizarro, Nunes de Balboa, el Capitán Alonso de Ojeda o Ponce de León. Glorioso
periodo de nuestra historia reciente. Todos los actuales y exitosos directivos
de los hoteles de la cuenca Caribeña provienen de esta generación. Y aquellos
que no tienen el privilegio de haberlos vivido sin duda escuchan con envidia
las historias de sus mayores.
Sin embargo, y como todo en la vida, el tiempo pasa y los
ciclos acaban. En qué momento me quede dormido y desperté a la realidad actual
no lo sé. Cuando fue que permitimos lo que ha ocurrido lo ignoro. Pero, sin
duda, la situación actual en este pequeño pedazo de paraíso no tiene
comparación a su glorioso pasado.
La semana pasada, sin ir más lejos, fui a cine y me quede sorprendido: todos
los niños eran rubios, educados y de
ojos claros. Y sus madres todas ellas muy glamurosas, bien vestidas y
aparentes. Donde estaban todos los niños “caco-pelaos”, bulliciosos y feos de
antaño? Aquellos que ni sus madres eran capaces de diferenciar y muchas veces
se llevaban a su casa, por error, el niño de la vecina?
De un tiempo a esta parte los vehículos
“utilitarios” de reducido consumo y conducidos por amas de casa europeas
compiten en las calles con las antaño todopoderosas “jeepetas” devoradoras de
combustible. Uno sale a tomar una copa o emborracharse sanamente a los locales
de siempre y te encuentras gente caucásica bien vestida por doquier haciendo
gala de buenas maneras y que ni siquiera trabajan en hoteles…. Qué tipo de
gente puede vivir en Bavaro y no trabajar en hotelería, ser traficante,
italiano o prófugo de la justicia en Europa? En que hemos convertido la zona?
Ahora, y sobre todo desde el tema de la crisis en España,
campan a sus anchas los “aquinosaben”. Estos sinvergüenzas se caracterizan por haber
pasado una temporada en Bávaro (normalmente como pseudoingenieros o
instaladores de suelos, lámparas, instalaciones eléctricas, de música o paneles
del tipo que sea) en algún proyecto hotelero. Al terminárseles el chollo (que a
todo cerdo le llega su San Martin) tienen, indefectiblemente, una brillante y
genial idea: montar un negocio en Dominica porque “aquí no saben hacer las
cosas”. Y así llegan estos privilegiados, estos iluminados, a tratar de montar
sus negocios los cuales, invariablemente, se basan en tratar de convencer a los
hoteleros locales de lo que pueden mejorar sus negocios si sus proyectos y
obras son gestionado por ellos. El resultado, en la mayoría de los casos, es
previsible: se la pasan de putas todo el día, tomando ron y pasando facturas en
euros a quien se deje engañar. Duran poco en el país. Lo malo es que yéndose
unos llegan otros. Es lo que tiene la crisis de Europa, todos quieren venir a
“ensenarnos” como hacer las cosas.
Pero ojo, que ahora que ya teníamos calados a los
“aquinosaben” está invadiéndonos una nueva generación: los “nuevos”. Los “nuevos”
se caracterizan por tener algún tipo de carrera profesional (o algún amigo que
maneja bien el power point) y llegar al país no ya a montar negocios (como los
“aquinosaben”) sino a trabajar en hotelería y ensenarnos a los que llevamos
mucho tiempo aquí como hacer las cosas.
Los “nuevos” son, sin lugar a dudas, los más peligrosos y degenerados de todos
los invasores que hemos recibido en este país de las maravillas. Baste decir
que vienen, incluso, con pareja y no quieren saber de mantener relaciones con
locales. Uhhhhhh, solo de pensarlo se me pone la piel de gallina.
No siempre son fáciles de identificar pero entre ellos se reconocen fácilmente y
van siempre en grupo. Su principal
característica es que no les gusta el Caribe y están aquí de paso.
La verdad es que podría seguir explayándome mucho más tiempo
pero es espacio se me acaba y sospecho que, en cualquier momento, llamarán a mi
puerta con un bizcocho gigante servido por una generosa y complaciente morena y
no quisiera que me pillaran ocupado. Obsequio de mi jefe, sin duda.