El otro día mi hijo me pidió permiso para salir a cenar con
los amigos. Y pensé que era una oportunidad inmejorable para confraternizar con
él y sus compinches y hacerme parte del grupo. Así que le dí mi autorización y me aparecí a la hora de la cita con mi mejor
aspecto juvenil moderno: jeans ajustados, camiseta negra remangada hasta los
hombros, botas camperas, cinturón de hebilla ancha, tupe engominado y los
pulgares en los bolsillos delanteros apoyado en la bicicleta que me alquilé
para la ocasión. Asimismo dediqué unas horas a repasar el vocabulario y
expresiones juveniles del tipo: eso está chachi, esa chica es un bombón, me lo
paso guay del Paraguay, que pasa tronco?, vamos a mover el esqueleto a la
disco?, como mola la gramola y este tipo es la monda me parto de risa.
Pero para mi sorpresa mi hijo se negó a dejarme ir con él y
sus amigos y llego, incluso, a negar que yo fuera su padre. Les dijo a sus
amigos que yo debía de ser un loco que se había escapado del manicomio. Ni ofreciéndoles
dinero me dejaron acompañarles los muy desaprensivos. Evidentemente ellos se lo
perdieron porque tenía ideas tan buenas para el grupo como hacernos camisetas
con nuestros rostros o un tatuaje con nuestros nombres.
Me quedé tan preocupado que al día siguiente cuestioné a mi
hijo “qué pasa, no te gusta que sea uno más de vosotros? Creí que éramos
“amigos” y que siempre seriamos un Team. Si esto es así, que será cuando sea
viejo?” y el tipo va y me dice “pues cuando seas viejo yo te pagaré una señora
para que te cuide en tu casa. Porque yo estaré viviendo en California, bien
lejos.”
Y con este comentario, más lo que leo en los periódicos de
abuelos abandonados en las cunetas de las carreteras o en las gasolineras
cuando van a mear, llegué a la conclusión de que tengo que prevenir mi futuro
para no quedarme solo y haber desperdiciado todos estos años de mantener y
cuidar de mi hijo. Así que he decidido que le voy a poner a firmar unos
contratitos al colega.
Como es menor de edad estoy obligado a mantenerlo hasta los
18 años. Pero no estoy obligado a quererlo. Así que si quiere que le mantenga
el cariño y el amor me va a tener que reconocer una deuda, al cumplir los 18 años,
por todo ese tiempo de ternura que le habré dedicado. Esa deuda deberá pagarla
a partir de que yo tenga 65 años. Y como soy su padre, y no quiero abusar, no
le cobraré intereses: bastara que de los 65 a los 83 años me devuelva todo el
cariño, amor y ternura que yo le brinde en sus primeros 18 años de vida.
Y a partir de los 18 años, y considerando que ya no estoy
obligado a mantenerle, vamos a empezar a negociar. Quiere una buena
universidad? Se la pago. Quiere un coche? Se lo compro. Quiere alojamiento y
manutención en mi casa? También lo tendrá. Ropa, una paga semanal, la nevera
llena, condones, aire acondicionado en la casa, habitación propia….. Todo para
el rey. Hasta regalos para su cumpleaños y para papa Noel. Pero junto con cada
concesión un pequeño contratito del tipo “por la presente reconozco que mi
padre me está brindando alojamiento, manutención, bla bla bla por valor de
tantos US$ al mes. Deuda que tengo intención de pagar a partir de que mi padre
cumpla los 65 años.”
De esta forma me aseguro que a los 65 años dispondré tanto
de cariño como de ingresos fijos. Por supuesto este dinero no lo emplearé para
mi sino que lo revertiré sobre mis nietos y amigos. Pero tampoco lo repartiré
al azar ni de manera uniforme sino que, como todo en la vida, cada nieto tendrá
que ganárselo. Así que distribuiré un documento entre mis nietos y amigos donde
listaré los beneficios de visitarme y darme cariño. Por ejemplo:
·
Visitarme por mi cumpleaños ……. 20€
·
Acompañarme a todos los partidos del Athletic
……. Te saco el abono de temporada.
·
Acompañarme en un viaje por el mundo y cuidarme y
como darme conversación ….. te pago el viaje.
·
Traerme a tu novia adolescente a cenar a casa
….. pago la cena y 20€ para cada uno.
·
Que tu novia adolescente me diga que me veo bien
para mi edad y me deje manosearla un poco … de 50€ a 300€ para tu novia
(dependiendo de lo complaciente de la niña).
·
Llevarme a pasar una temporada a tu casa con tu
familia y tratarme con cariño …. 2,000€ al mes si es todo incluido.
·
Acompañarme al médico cuando lo necesite …. 50€
Y así se extendería la lista según las necesidades. Al fin y
al cabo ese dinero que me gaste en mi hijo, nietos y amigos comoquiera se lo
van a quedar ellos cuando yo me vaya. De esta manera, al menos, sabré que
mientras tenga dinero tendré cariño y familia.
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