jueves, 17 de octubre de 2013

Cuento Infantil

Cuenta la leyenda que hace mucho muuuuuuuucho tiempo (tanto que los abuelos de los abuelos de
los abuelos de nuestros abuelos no lo recuerdan) existía un reino llamado Anarquía.
Este reino era gobernado por una reina llamada Desobediencia y un rey llamado Pusilánime. La reina
gustaba de hacer y deshacer a su antojo en su reino y fomentar la desobediencia. Daba premios a los
niños por desobedecer a sus papas y por no respetarlos. También regalaba consolas y balones de
soccer a aquellos que se portaban mal con los profesores.

El resultado no podía ser más catastrófico: en el reino de Anarquía nada funcionaba bien. Los niños
no respetaban a sus padres, no aprendían a leer ni a escribir, no sabían sumar ni restar, no respetaban la naturaleza ni a los seres vivos. Solo los súbditos de la reina Desobediencia obedecían y acataban las órdenes. Porque? No por respeto hacia la reina (a la que odiaban muchísimo) sino por miedo a los castigos y los latigazos que
les imponía si no hacían lo que ella les ordenaba.

En cambio en las casas, los pueblos y los colegios todo era un desastre. Los niños tenían los dientes
podridos y eran gordos, torpes e ignorantes porque no obedecían a sus padres y se acostaban sin
lavarse los dientes, comían dulces todo el tiempo y no querían hacer las tareas ni estudiar.
Los papás y las mamás estaban muy muy tristes porque veían que sus hijos nunca serían nada en la
vida ya que en lugar de aprender para ser personas felices, cultas y plenas se la pasaban
desobedeciendo y no respetando a nada ni a nadie.

Los propios niños se sentían mal porque ellos querían ser buenos, obedientes y respetuosos con sus
padres y los profesores. Y querían aprender muchas cosas como reparar sus consolas cuando se
estropeaban, leer libros bonitos, dibujar paisajes y escribir poesías a sus novias. Pero no sabían cómo
hacerlo. Por más que lo desearan y lo intentaran solo conseguían ser desobedientes e irrespetuosos
con los papas y con los profesores.

Seguro los lectores se estarán preguntando: como es posible que no pudieran comportarse de otra
manera? Si realmente quisieran hacer felices a sus papás y ser felices ellos mismos, porque no
obedecer y aprender? La razón era que la reina Desobediencia sabía que mientras todos los niños
fueran desobedientes y nadie aprendiera nada ella podría gobernar a sus anchas. Pues en bien
sabido que es más fácil hacer lo que uno quiere y gobernar libremente cuando los niños son tontos y
brutos que cuando estos son inteligente, cultos y organizados.

Y para lograr su objetivo la reina Anarquía tenía un secreto: guardaba celosamente oculta la
AUTORIDAD PATERNA en sus calabozos desde hacía 40 años. Ella sabía que mientras no hubiera
AUTORIDAD PATERNA en los hogares los niños seguirían comportándose mal y no aprendiendo nada
y seguirían siendo fáciles de manipular y de engañar.

Y que opinaba el rey Pusilánime de todo esto? Pues él no estaba de acuerdo con lo que hacía la reina
pero, como su nombre indica, era una persona con muy poca energía y nada, pero nada, animosa.
Así que se la pasaba contemplando la caótica situación desde el balcón de su palacio sin hacer nada.
Y así iban pasando los años y la situación cada vez era peor. El reino de Anarquía era un desastre y la
burla del resto de reinos del mundo. Tan desastrosa era la situación de falta de AUTORIDAD que los
niños no obedecían, siquiera, a los entrenadores de sus equipos de soccer, baloncesto ni pelota.
Tampoco los chicos que jugaban tenis mostraban respeto por la figura de su “coach”. El resultado,
como podéis imaginar, era que el equipo de futbol, el equipo de tenis, el equipo de pelota y el
equipo de tenis de Anarquía era el último ultimisisisisisimo de todas las competiciones.

Ningún niño tenía novia porque no obedecían a sus papas y no se bañaban. Y que niña querría un
novio “hediondo”? así que las niñas de Anarquía iban a buscar novios a los reinos cercanos. Pero allá
tampoco las querían los papás de los posibles novios porque no sabían respetar la autoridad paterna
y podían estropear su propia relación con sus hijos e hijas.

Pero llegó un día en que el rey Pusilánime amaneció diferente. La noche anterior tuvo un sueño en el
que se vió a si mismo 40 años más joven y siendo un príncipe animoso y valiente llamado VALENTIA.
Y en su sueño vestía de rojo y azul con una hermosa capa que le permitía sobrevolar su reino y
contemplar lo desastroso de la situación. Y todo lo que vió en su sueño resultó ser una imagen de la
realidad de su querido país. Así que esa mañana, como decimos, se levantó con un ánimo diferente y
tomo una decisión: bajaría a las mazmorras de su castillo y liberaría la AUTORIDAD PATERNAL.
Y así lo hizo. Y la AUTORIDAD PATERNAL al verse libre, después de 40 años de prisión, salió disparada
volando a introducirse en todos los hogares con niños. En algunas casas entró por la chimenea, en
otras casas entró por la cerradura de la puerta, en otras por las ventanas abiertas y en otras,
simplemente, esperó pacientemente a que los niños abriesen las puertas.
Y el resultado fue inmediato. Todos, absolutamente todos los niños y todas las niñas del reino de
Anarquía, recibieron felices la visita de la AUTORIDAD PATERNAL y, a partir de ese momento,
aprendieron a obedecer a sus papás, a sus mamás, a sus profesores del colegio y a sus entrenadores.
Los equipos de futbol, de baloncesto, de pelota y de tenis de Anarquía comenzaron a ganar todos los
torneos. Los niños se consiguieron las niñas más bonitas y las niñas los novios más galanes.
Todos los niños y niñas aprendieron a leer y disfrutan leyendo los libros más bonitos del mundo.
Incluso algunos niños se animaron a escribir la historia de cómo Anarquía dejo de ser un reino de
desorganización y se convirtió en un reino amor y organización que ahora se llama RESPETO y todos
fueron felices y comieron perdices por muchos muchos muuuuuuchos anos.

Bueno, no todos. La malvada reina Anarquía decidió huir del país y se juntó con dos amigas
malísimas llamadas INJUSTICIA y CORRUPCION y se dice que se fueron juntas a tratar de gobernar las
islas del Caribe. Pero esa es, queridos amiguitos y amiguitas, otra historia que será contada en otra
ocasión.

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