jueves, 17 de octubre de 2013

Ajusticiamiento

Dicen que al momento de morir ves un túnel y una luz al final de este, y que, a
medida que vas recorriendo el túnel, tu vida va reproduciéndose ante tus ojos cual
película en tecnicolor.

Espero tardar aun muchos anos en vivir esta experiencia. O quizás sea más
apropiado decir que espero tardar muchos anos en morir esta experiencia.
Sin embargo, el otro día sufrí una circunstancia similar donde toda mi vida
transcurría por mi mente en cuestión de segundos, acompañada de una fuerte
sensación de incertidumbre mientras al final del túnel no vislumbraba el ansiado
resplandor celestial sino la negrura más absoluta.

All my life se proyecto en 3D en mi cabeza durante los eternos minutos que mi
verdugo, camuflado de juez, tardo en convertirme en un hombre capado (perdón,
casado) ante las miradas de complicidad de mi pareja y sus amigas testigos y ante
la inexpresividad (ojos llorosos, puños apretados, expresión incrédula) de algún
amigo q tuvo la osadía de ser testigo valiente del fusilamiento, del
ahorcamiento, del derrumbe de la libertad de su amigo.

Y porque no actué, pensaran mis atribulados y desconcertados lectores? Como puedo
acontecer que el más famoso analista detectivesco, catapultado a la fama a través
de las historias de su alter ego el detective CJ, y acostumbrado a salir airoso y
triunfante de las más titánicas misiones no pudiera escapar de la muerte lenta en
forma de matrimonio?

Lamentablemente, queridos y sorprendidos lectores, no tengo respuesta a esta
incógnita. Solo puedo decir que pase las horas previas al fusilamiento en un
estado cataléptico que me impedía actuar con normalidad e, incluso, perdí la
capacidad de habla durante varias horas.
Apenas pude articular un Sí, quiero animado por el contacto de las pistolas que
esgrimían de las amigas de la novia.

Hasta en 3 ocasiones trate de emplear el viejo truco de imitar el moon Walker de
Michael Jackson y aprovechar para abandonar el lugar en marcha atrás. Pero en
otras tantas ocasiones me tope con la puerta cerrada con llave.
Y tras este dantesco espectáculo lo peor aún estaba por venir: la sesión de fotos
donde solo mi captora y sus malditas secuaces parecían disfrutar mientras mi
testigo y yo nos fundíamos en fraternal y comprensible abrazo.

Como describir el momento, como transmitir las sensaciones. Imposible. Más aun,
para qué? Con que fin? Mejor erguir la cabeza, levantar los hombros y mantener la
mirada y la compostura como el macho que un día fui.
Y así, varios días después, el sufrimiento continua, más profundo que nunca, en
forma de emails, llamadas telefónicas y mensajes de felicitación que, cual lanza
romana sobre el costado de Cristo, llegan para impedir la cicatrización de la
mortal herida.

Pero como suelen decirse: no hay mal que cien años dure ni cuerpo q lo soporte. Y
como criatura inteligente y con capacidad de adaptación, he decidido ir
acoplándome a mi nueva situación haciendo caso omiso a mi naturaleza de lobo
solitario para evitar más sufrimientos de los necesarios.
A partir de ahora a hacer vida de capado (de casado, me confundí de nuevo, en que
estaría pensando?): que mi mujer me cocine y me cuide, separación de VIERNES,
hacerme socio del Athletic, los domingos a coger setas al monte, me compro un
deportivo y una harley (ya se sabe, la andropausia), viajes por el mundo para
aprovechar los 4 días q nos quedan, examen de la próstata y a mirar a las
amiguitas de los hijos... Ummm, al final no va a estar tan mal esto del
matrimonio después de todo.

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