Dicen q al momento de morir ves
un túnel y una luz al final de este, y que, a medida q vas recorriendo el túnel, tu vida va reproduciéndose ante tus ojos cual película en tecnicolor.
Espero tardar aun muchos anos en vivir esta
experiencia. O quizás sea más apropiado decir que espero tardar muchos anos en
morir esta experiencia. Sin embargo, el otro día sufrí una circunstancia
similar donde toda mi vida transcurría por mi mente en cuestión de segundos,
acompañada de una fuerte sensación de incertidumbre mientras al final del túnel
no vislumbraba el ansiado resplandor celestial sino la negrura más absoluta.
All my life se proyecto en 3D en
mi cabeza durante los eternos minutos que mi verdugo, camuflado de juez, tardo
en convertirme en un hombre capado (perdón, casado) ante las miradas de
complicidad de mi pareja y sus amigas testigos y ante la inexpresividad (ojos
llorosos, puños apretados, expresión incrédula) de algún amigo q tuvo la osadía
de ser testigo valiente del fusilamiento, del ahorcamiento, del derrumbe de la
libertad de su amigo.
Y porque no actué, pensaran mis
atribulados y desconcertados lectores? Como puedo acontecer que el más famoso
analista detectivesco, catapultado a la fama a través de las historias de su
alter ego el detective CJ, y acostumbrado a salir airoso y triunfante de las
más titánicas misiones no pudiera escapar de la muerte lenta en forma de
matrimonio?
Lamentablemente, queridos y
sorprendidos lectores, no tengo respuesta a esta incógnita. Solo puedo decir
que pase las horas previas al fusilamiento en un estado cataléptico que me
impedía actuar con normalidad e, incluso, perdí la capacidad de habla durante
varias horas.
Apenas pude articular un Sí,
quiero animado por el contacto de las pistolas que esgrimían de las amigas de
la novia.
Hasta en 3 ocasiones trate de
emplear el viejo truco de imitar el moon Walker de Michael Jackson y aprovechar
para abandonar el lugar en marcha atrás. Pero en otras tantas ocasiones me tope
con la puerta cerrada con llave.
Y tras este dantesco espectáculo
lo peor aún estaba por venir: la sesión de fotos donde solo mi captora y sus
malditas secuaces parecían disfrutar mientras mi testigo y yo nos fundíamos en
fraternal y comprensible abrazo.
Como describir el momento, como
transmitir las sensaciones. Imposible. Más aun, para qué? Con que fin? Mejor
erguir la cabeza, levantar los hombros y mantener la mirada y la compostura
como el macho que un día fui.
Y así, varios días después, el
sufrimiento continua, más profundo que nunca, en forma de emails, llamadas
telefónicas y mensajes de felicitación que, cual lanza romana sobre el costado
de Cristo, llegan para impedir la cicatrización de la mortal herida.
Pero como suelen decirse: no hay
mal que cien años dure ni cuerpo q lo soporte. Y como criatura inteligente y
con capacidad de adaptación, he decidido ir acoplándome a mi nueva situación
haciendo caso omiso a mi naturaleza de lobo solitario para evitar más
sufrimientos de los necesarios.
A partir de ahora a hacer vida de
capado (de casado, me confundí de nuevo, en que estaría pensando?): que mi
mujer me cocine y me cuide, separación de VIERNES, hacerme socio del Athletic,
los domingos a coger setas al monte, me compro un deportivo y una harley (ya se
sabe, la andropausia), viajes por el mundo para aprovechar los 4 días q nos
quedan, examen de la próstata y a mirar a las amiguitas de los hijos... Ummm,
al final no va a estar tan mal esto del matrimonio después de todo.
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