jueves, 17 de octubre de 2013

Aniversario

Qué raro!!! Desde el lunes pasado que estoy a la espera de un pastel, una placa conmemorativa, un
sobrecito rebosante de billetes o una exuberante streaper en mi oficina y nada de nada…. Y no creo que a mi jefe o a mi empresa se les haya pasado por alto tan importante evento. Debe de ser, sin duda, que es tan grande lo que están organizando que necesitan tiempo.

Mientras tanto aprovecharé para reflexionar un poco sobre los 14 años de mi llegada al país que acabo
de cumplir. Uauuuu, 14 años ya…. el tiempo si pasa rápido cuando uno lo pasa bien. Y la verdad es que
yo llevo 14 años pasándolo francamente bien. Claro, ha habido sus problemillas por el camino pero
nada que no se pueda superar. Tango tantas historias que mejor no contarlas pues, sin duda,
sobrepasan el objeto de este artículo. Pero quizás un día me anime a narrarlas en una novela con algún
título sugerente tipo “Gorka: catorce años de re-conquista” o tal vez “Retornando la senda de Colon”.

Tengo que pensarlo bien pues ya se sabe que el título de una novela marca su éxito.
Como ha cambiado el país en estos últimos anos. Y como ha cambiado el tipo de extranjero que viene a
buscarse la vida. Lamentablemente, y sin duda, el país ha perdido gran parte de su encanto.

Años atrás la hotelería en Dominicana estaba compuesta por camareros, recepcionistas y directivos que
nunca acabaron sus estudios allá en sus aldeas de España. Todos ellos emigraron hacia zonas más
prometedoras donde la falta de formación pudiera ser compensada con horas de trabajo. Y así, cuando
el sueño de la hotelería en Caribe se hizo realidad, dejaron la hotelería en las islas españolas y emigraron
en masa a triunfar en estas cálidas tierras Caribeñas. Fue la época dorada para directores y maîtres de la
vieja escuela donde aún imperaba la creencia tan arraigada en la culta España del “La letra con sangre
entra” y “A estos los enseno yo a base de ostias”. Cuanto bien ha hecho esta forma de pensar en España
y en los españoles.

En esta época Bávaro era poco más que unas pocas calles polvorientas con apenas lugares de ocio. Y
este último estaba limitado al puterío y al….. ummm al puterío. Vamos, que no había más. En aquella
época eran famosos los personajes que trataban de “granjearse” los favores de alguna morena a cambio
de un contrato de trabajo. También fue una época donde era común el intercambio de favores del tipo
“Te doy trabajo en mi hotel y a cambio te acuestas conmigo.” Como de costumbre España trayendo lo
mejor de sus costumbres y su cultura allá donde existe la posibilidad de dar muestras de su clase.
Esta época pasó y Bavaro comenzó a crecer poco a poco y los Dominicanos comenzaron a trabajar en la
hostelería, el dinero comenzó a moverse, compañías de comunicaciones, “dealers” de vehículos,
restaurantes, discotecas, pequeños y medianos negocios y proveedores de servicios y de bienes
materiales, todos de capital Dominicano, comenzaron a prosperar.

Poco a poco aquellos primeros “colonos” fueron desapareciendo o adaptándose a unos tiempos donde
dominicanos y españoles comenzaron a amigar y a tratarse al mismo nivel. Comenzó a generarse una
nueva clase media en Dominicana.

Y Bávaro continuó creciendo durante esta etapa. Comenzaron a aparecer por la zona negocios y
comunidades de italianos, los primeros colombianos que venían de prácticas a los hoteles y alguno
argentinos que, como siempre, venían huyendo de los desastres de su país para intentar medrar y a
criticar este país. Fue el comienzo del crecimiento de Bávaro de manglar a lugar de residencia.
Comenzaron a surgir locales emblemáticos que aun hoy día perduran con más o menos éxito: Riu Pacha,
Mangú, Areito, La Punta, el Pachi Pachi…. Todavía no teníamos cine pero si un colegio: el Jardín Verde.

Antes de eso en el Hotel había una escuelita tipo “Huckleberry Finn” donde niños de diferentes
edades compartían aula, había 4 restaurantes y poco más. Toda la población de Bávaro podía clasificarse
fácilmente: trabajabas en un hotel, eras cuero, moto concho o italiano. Y poco más, no había más que
buscar. Luego vino Hospiten, algún colegio nuevo y la plaza Palma Real. En los hoteles comenzamos a llegar los primeros profesionales no relacionados con la hostelería (ingenieros, financieros….) y se empezaron a dar las primeras parejas español – dominicana con menos de 30 años de diferencia entre ella y él.

Fue esta, sin duda, la época dorada y más divertida de Bávaro. La población femenina de los hoteles aún
no estaba envejecida y cada semana nuevas remesas de jóvenes doncellas (o no tan doncellas) venían
desde sus campos a probar fortuna en la hotelería en Bávaro. Fue una época donde con una moto y un
apartamento con aire acondicionado (todo ello generosamente provisto por las empresas hoteleras a
sus ejecutivos) era fácil hacer sonar a jóvenes recepcionistas, relacionadoras públicas o telefonistas. Una
época donde enamorar jovencitas aún era posible. Existía, sin duda, la siempre desleal competencia de
los italianos pero las reservas del país que cada día llegaban a la zona permitían la súper-abundancia y la
conservación de la especie.

Que grande esta época. Directores de la nueva escuela, recepcionistas con posibilidades de promoción,
aventureros, románticos, seguidores de sueños y locos en general coincidimos todos en el mismo lugar
en el mismo momento. De esta época se recuerdan hazañas solo comparables a las que, tiempo atrás,
acometieron otros grandes como Pizarro, Nunes de Balboa, el Capitán Alonso de Ojeda o Ponce de León.
Glorioso periodo de nuestra historia reciente. Todos los actuales y exitosos directivos de los hoteles de
la cuenca Caribeña provienen de esta generación. Y aquellos que no tienen el privilegio de haberlos
vivido sin duda escuchan con envidia las historias de sus mayores. Sin embargo, y como todo en la vida, el tiempo pasa y los ciclos acaban. En qué momento me quede dormido y desperté a la realidad actual no lo sé. Cuando fue que permitimos lo que ha ocurrido lo ignoro. Pero, sin duda, la situación actual en este pequeño pedazo de paraíso no tiene comparación a su glorioso pasado.

La semana pasada, sin ir más lejos, fui a cine y me quede sorprendido: todos los niños eran rubios,
educados y de ojos claros. Y sus madres todas ellas muy glamurosas, bien vestidas y aparentes. Donde
estaban todos los niños “caco-pelaos”, bulliciosos y feos de antaño? Aquellos que ni sus madres eran
capaces de diferenciar y muchas veces se llevaban a su casa, por error, el niño de la vecina?
De un tiempo a esta parte los vehículos “utilitarios” de reducido consumo y conducidos por amas de
casa europeas compiten en las calles con las antaño todopoderosas “jeepetas” devoradoras de
combustible. Uno sale a tomar una copa o emborracharse sanamente a los locales de siempre y te
encuentras gente caucásica bien vestida por doquier haciendo gala de buenas maneras y que ni siquiera
trabajan en hoteles…. Qué tipo de gente puede vivir en Bavaro y no trabajar en hotelería, ser traficante,
italiano o prófugo de la justicia en Europa? En que hemos convertido la zona? Ahora, y sobre todo desde el tema de la crisis en España, campan a sus anchas los “aquinosaben”. Estos sinvergüenzas se caracterizan por haber pasado una temporada en Bávaro (normalmente como pseudoingenieros o instaladores de suelos, lámparas, instalaciones eléctricas, de música o paneles del tipo que sea) en algún proyecto hotelero. Al terminárseles el chollo (que a todo cerdo le llega su San Martin) tienen, indefectiblemente, una brillante y genial idea: montar un negocio en Dominica porque “aquí no saben hacer las cosas”. Y así llegan estos privilegiados, estos iluminados, a tratar de montar sus negocios los cuales, invariablemente, se basan en tratar de convencer a los hoteleros locales de lo que pueden mejorar sus negocios si sus proyectos y obras son gestionado por ellos. El resultado, en la mayoría de los casos, es previsible: se la pasan de putas todo el día, tomando ron y pasando facturas en euros a quien se deje engañar. Duran poco en el país. Lo malo es que yéndose unos llegan otros. Es lo que tiene la crisis de Europa, todos quieren venir a “ensenarnos” como hacer las cosas. Pero ojo, que ahora que ya teníamos calados a los “aquinosaben” está invadiéndonos una nueva generación: los “nuevos”. Los “nuevos” se caracterizan por tener algún tipo de carrera profesional (o algún amigo que maneja bien el power point) y llegar al país no ya a montar negocios (como los “aquinosaben”) sino a trabajar en hotelería y ensenarnos a los que llevamos mucho tiempo aquí como hacer las cosas.

Los “nuevos” son, sin lugar a dudas, los más peligrosos y degenerados de todos los invasores que hemos
recibido en este país de las maravillas. Baste decir que vienen, incluso, con pareja y no quieren saber de
mantener relaciones con locales. Uhhhhhh, solo de pensarlo se me pone la piel de gallina.

No siempre son fáciles de identificar pero entre ellos se reconocen fácilmente y van siempre en grupo.
Su principal característica es que no les gusta el Caribe y están aquí de paso.

La verdad es que podría seguir explayándome mucho más tiempo pero es espacio se me acaba y
sospecho que, en cualquier momento, llamarán a mi puerta con un bizcocho gigante servido por una
generosa y complaciente morena y no quisiera que me pillaran ocupado. Obsequio de mi jefe, sin duda.

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